Quinta pena: Desilusión
Los sueños se rompen en pedazos cuando se topan de frente
con la realidad, porque la realidad, a menudo es radicalmente distinta a como
uno cree que es. Las personas no siempre son lo que aparentan ser, ni las
relaciones, ni mucho menos los sueños. Y esa realidad es la que se encarga de
poner a cada uno en su sitio. Lo que uno cree que es negro, puede ser blanco, y
lo que uno cree que es blanco, probablemente sea de todos los colores del arco
iris Uno sabe como empiezan las cosas,
pero nunca saben como van a terminar.
Esa mañana Silvia, había cumplido con todo el ritual de las
mañanas, bañarse, depilarse las piernas, mirarse en el espejo un rato, secar su
cabello, aplicarse miles de tratamientos y maquillarse, decidió que ponerse y
al quedar conforme con lo que miraba en el espejo, supo que era la hora de salir
a la escuela, el día estaba lluvioso, ella abrió su paraguas y camino hacia su
parada, cuando de repente sonó su celular, la llamada tan esperada de Andrés,
no lo podía creer, sonrío y decidió contestar. Jamás imagino que el destino le
esperaba en el otro extremo de la línea.
-¿Bueno?
-¿... esta Silvia?
-si, ella habla
Conoció a Andrés en la escuela, fue amor a primera vista, se
enamoro de el, de todo el, su cabello ondulado, su barba y esa sonrisa que lo
adornaba, su piel, el brillo de sus ojos, sus labios, su altura, su voz,
recuerda la emoción que sintió cuando el le hablo por primera vez, no lo podía
creer, el se acerco a ella hablar, luego tomo asiento junto a ella en clases,
cuando el volteaba a verla le regalaba esa sonrisa que la hipnotizaba. Sin duda
alguna, ella estaba loca por el y, en este preciso momento el estaba en el otro
lado de la línea y la había llamado por su nombre.
-¿Bueno? ¿Silvia? ¿Estas ahí?
Cuando volvió en si, respondió:
-si, aquí estoy, ¡Hola!
-me urge hablar contigo, ¿Puedo verte en la entrada d la
escuela, en media hora?
¿Que si se podía?
-Claro que si
Treinta tres minutos tardo Silvia en llegar a la escuela,
donde pudo contemplar la figura de Andrés. Era demasiado bello para ser real.
Parecía intranquilo, no cesaba de mover su esbelta y elevada anatomía.
-¡Vámonos!- dijo el sin dejar que hablara Silvia
La condujo hasta un parque, mientras ella admiraba sus
labios carnosos, pero firmes; su nariz, recta y perfecta; su cabello y sus
ojos, sus fabulosos ojos color café.
¡Estaban fijos en ella en ese mismo instante! Se sonrojo e intento decir algo,
pero el se le adelanto. No anduvo con rodeos, sino que fue directo al grano.
-me he enterado de ciertos rumores en la escuela
Eso no era precisamente lo que ella esperaba.
-¿Que tipo de rumores?
El le lanzo una mirada acusadora.
-que tu y yo estamos saliendo, que prácticamente estamos
enamorados, toda clase de tonterías- la
miro enojado- se que últimamente platicamos, pero yo no he actuado de tal modo
que pareciera que te pretendo, al menos que alguien lo haya dicho.
La miro enojado. Se quedo callada por un largo tiempo, pues
las negativas se resistían a pasar por su garganta. Una horrible opresión se
aferro a su corazón. Cuando fue capaz de hablar, replico:
-te juro que a nadie le he dicho semejante cosa, no te voy a
mentir que quizá hubo un tiempo que sentía una gran debilidad hacia ti y que
algunas de mis amigas lo saben, pero no ha pasado de ahí ni he insinuado nada.
Lamento lo ocurrido.
La miro. La conmoción por su denuncia y cada gramos de su humillación
eran evidentes en el rostro de Silvia. Después de un momento, reconoció la
verdad de sus explicaciones y pretendió cambiar de tema hacia asuntos más
ligeros; pero ella estaba demasiado ocupada con esfuerzos para evitar que las lágrimas
escurrieran por su rostro como para adoptar la pose de una buena conversadora. Después
de unos minutos regresaron, se despidieron y ella se acerco a su amiga Isabel,
cuando el ya no estaba por ahí, las lagrimas inundaron sus mejillas, Isabel la
abrazo, Silvia se estremecía por los sollozos y dejo de abrazar a su amiga
cuando recuperó la calma.
Cuando su llanto se había reducido a algunos
suspiros espasmódicos, su mejor amiga tomo su cabeza entre sus manos y le dijo
tranquilamente.
- Dicen que enamorarse es un acto reflejo. Algo que no se
puede aprender... ni controlar..., como el respirar Yo... no creo que sea así.
Yo he tenido que aprender a querer a una
mujer porque me enamoré de una. Aprendí a pasear agarrada a su cintura..., a
deslizarme en su cama temblando... y a tener el doble de ropa interior en mi
armario. Y lo hice con el mismo miedo... y la misma excitación... que una niña
de cinco años patinando por primera vez en una pista de hielo. Hoy es el
momento perfecto para que tú puedas aprender a querer... y ya no tener miedo. No
es malo tener miedo, lo malo es dejar que el miedo domine tu vida, porque
entonces no tendrás vida.....solo miedo.
-Cuando tenia 15 años soñaba con ser un pez, porque dicen que los
peces no tienen memoria... y no pueden acordarse de nada, y si no te acuerdas
de nada, puedes levantarte cada día y vivirlo todo como si fuera la primera
vez, la primera canción, el primer beso, la primera película...
-Y otras: una estudiante que le quita la pistola de las
manos al que le ha roto su corazón y salva su vida, tú eres parte de esa suerte, tú eres parte de ese
don.
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