quinto capitulo

El día había amanecido, hasta este momento Ubaldo solo era el recuerdo de una vaga noche, nada en especial había pasado y me sentía aliviada. Corro y corro, pienso que ya no me va dar tiempo de llegar a la escuela, pero con mis encantos le coqueteo al policía y el me deja entrar pese a que ya cerraron las puertas, ¡gane la primera batalla!

La segunda batalla es con el monstro que me da Historia y le tengo que suplicar que me deje entrar, espero un rato y me deja entrar a su aburrida clase con retardo, gane la segunda batalla, me siento en mi pupitre y empiezo a copiar lo que en el pizarrón esta escrito y el día se va muy rápido.

Y mientras pongo atención a mis ultimas clases del día me pongo a pensar en lo que mi padre me ha pedido, quiere que acompañe a mi hermano al convento por que quiero participar en el asilo que tiene la monjitas.

Habíamos salido al receso Estrella, Manuel y yo, compramos en la cafetería aquello que íbamos a consumir y salimos a tomar asiento fuera del barullo de la escuela. Los tres permanecimos en silencio, el aire nos daba besos en la cara, el día que había empezado fresco y caluroso se había convertido en frio y nublado. Cada quien se encontraba en su mundo y los tres coincidíamos en que estábamos viendo a todos los alumnos que conformaban este lugar. Seguíamos ausentes.

--¿Dónde te presentaras?—dijo María
-- en la estación de tren, ahí es donde me presentare con algunos amigos míos—dijo Estrella
--¿Cuál?—dijo María
--en la estación de tren Atocha—dijo Estrella
--¿esa donde esta?—dijo María
--cerca de aquí—dijo Estrella
--¿Qué no la conoces?—dijo Manuel
--no ratón, no tenia la menor idea—dijo María
--si el tren que pasa por tu casa te deja aquí—dijo Estrella
--¿de veras?—dijo María
--¡que bárbaro mujer!---dijo Estrella
--ustedes creen que soy una tonta, pero no lo sabia—dijo María
--si pues si de tu casa lo tomas como eso de las siete de la mañana, estarás aquí como eso de siete cuarenta y cinco a lo mucho—dijo Manuel
--un día deberás tomar el tren—dijo Estrella
--creo que lo hare—dijo María
--ahora ya hay que subir al edificio por que ya termino el receso—dijo Estrella
--como eres, una mujer cruel—dijo Manuel
--si, el ratón tiene razón, estrella aun tenemos tiempo—dijo María

En mi cabeza tenia un pequeño tren de juguete, como el que mi padre pone alrededor del árbol de navidad, recuerdo su olor y su sonido que deja la navidad en mí. Se que pronto estaremos en navidad y no hay nada mas confortante que saber eso, el saber que pronto el año terminara me tranquiliza y volver a empezar de cero. Todos tenemos alergia a la escuela, pero se presenta en distintos casos, algunos en flojera a otros en desesperación ¡WOW! Que intenso, pero como ha invadido mi cerebro.

Hemos salido de la escuela y me encuentro con mi hermano en el convento, esperamos que la madre superiora nos atienda y frente aun cuadro de Jesús resucitado me pongo a pensar que la religión existió por la necesidad del hombre al saber que no esta solo en este mundo, la verdad no se si exista un Dios, pero igual me aferro a la idea de que si existe, de que no estoy sola que alguien me dará su mano cuando lo necesite.


--oye hermana ¿te puedo hacer una pregunta?—dijo Andrés
--si, dime—dijo María
--¿crees en los horóscopos?—dijo Andrés
--en ocasiones, por que a veces no me pasa lo que dicen y a veces si me pasa, pero a grandes rasgos si, si creo en ellos—dijo María
--yo no creía en ellos, hasta que un día me paso algo que había predestinado mi horóscopo, ahora como que medio les creo—dijo Andrés
-- pues a mi me dijo algo que no creo que me pase, bueno no por el momento—dijo María
--¿de veras?—dijo Andrés
--de veras, verdad de la buena—dijo María
--crees que exista el infierno—dijo Andrés
--no lo se, solo se que el mal esta aquí en la propia tierra, entre nosotros—dijo María
--María ¿extrañas a tu madre?—dio Andrés
--demasiado—dijo María
--sabes que te quiero ¿verdad? Algún día estarás con ella—dijo Andrés
--si, algún día—dijo María

Pasamos con la madre superiora y después de salir de su oficina y dirigiéndonos ya para el autobús, le susurre al oído a mi hermano.

--el horóscopo me predijo que tuviera cuidado, por que podría morir—hice una pausa—pero no lo creo por que aun me falta mucho por andar—dijo María

Nuestra visita al convento que también era asilo, es que mi hermano quería formar parte de la congregación para ayudar a los viejitos que habitan el asilo, es que hay mucho trabajo y las madres no se dan abasto, el chiste de todo eso es que yo también entre a ayudar a los viejitos y el lunes después de la escuela, mi hermano y yo fuimos a nuestro primer día en el asilo.

Nuestro uniforme es chistosos, mi hermano parece un seminarista en pequeño y yo… parezco una sirvienta de hace mucho tiempo, con una sotana color café y larga, mi mandil blanco y un gorrito de color negro, lo que mas quiero pese a todo es ayudarlos, me recuerdan tanto a mi abuelita.

--buenos días señora Bianca ¿desea algo?—dijo María

No hubo respuesta de la viejita, que me quedaba viendo con asombro y recordé que la madre me dijo que era italiana, entonces tuve que acordarme de algunas palabras.

--Buon pomeriggio, la signora Bianca, che si desidera…--dijo María

De pronto entra una mujer como de cuarenta y tantos años, con un vestido, blanca de piel y de rubia cabellera, era muy bella y había entrado a mi asombro.

--que mal pronuncias el italiano—dijo Catherine
--lo siento es que no se pronunciar bien—dijo María
--no te preocupes déjamelo a mi—dijo Catherine

Aquel momento había quedado grabado en mi mente, aquella mujer me era muy familiar, era tan elegante, tan sensual, algo tenia la mujer que había robado el pensamiento, tenia los mismos ojos que mi madre y vuelvo cree en dos cosas, o estoy loca de remate o me estoy volviendo medio lesbiana, las dos me parecen graciosa, tomo un descanso antes de irme y me vuelvo a encontrar con ella, con dos helados en la mano.

--toma uno muchacha—dijo Catherine
--gracias, señora—dijo María
--déjame presentarme, me llamo Catherine y ¿tu?—dijo Catherine
--me llamo María—dijo María
--así se llamaba mi hermana, pero que linda eres, muchachas de tu edad casi no se asoman por estos lugares—dijo Catherine
--yo si señora Catherine—dijo María
--dime Catherine ¿te gusta el helado?—dijo Catherine
--si demasiado—dijo María
--no esta mal coquetear—dijo Catherine
--¿perdón?—dijo María
--no te hagas le coqueteas al jardinero, no esta mal, pero es casado—dijo Catherine
--jajaja lo siento—dijo María apenada
--no hay de que disculparse, mi marido siempre decía que el coqueteo es lo mas importante para el amor, me conoció a los 15 años en una fuente con mis amigas, tenia un helado de vainilla y ahí quedo enamorado de mi, sin duda era mi gran amor—dijo Catherine
--¿era?—dijo María
--murió pequeña y desde entonces no dejo de ser coqueta—dijo Catherine

Después de la charla con mi nueva amiga Catherine, regrese a cas y en ella encontré a mi padre lavando los traste he intentando cocinar, la casa esta en silencio, Andrés se fue al club y Vanessa se sentía mal. Decido ayudar a mi padre que no logra avanzar.

--y ¿si mejor pedimos una pizza?—dijo Pablo
--ya mero terminas, no seas flojo, que le haces si llevas ya mucho tiempo, te rindes ahora que estas apunto de terminar—dijo María
--¿que hubiera hecho sin ti?—dijo Pablo
--si yo nada más te ayude con los trastes—dijo María
--pero es mucho hay muñeca preciosa, te veo y pienso en tu madre—dijo Pablo
--te pasas, ella era mas bonita—dijo María
--recuerdo que de entre todas mis amigas ella era la mejor, por que éramos amigos al principio, desde que iniciamos el bachiller, siempre platicamos, pero un día ya por tercero, ella estaba triste y la invite al baile que hacia la escuela, como el que esta por hacer la tuya y hay surgió el amor, la tenia tan cerca que no imagine que ella seria la mujer de mi vida, nos volvimos novios y después nos casamos y lo demás ya te lo sabes tu…--dijo Pablo
--no hablemos de ella, me pongo triste—dijo María
--yo también, tienes razón—dijo Pablo
--oye padre ¿a poco el tren que pasa por aquí me lleva a la escuela?—dijo María
--claro que si, yo lo tomaba antes era muy rápido, lo deberías tomar algún día—dijo Pablo
--no lo se es que nunca he subido un tren—dijo María
--que sea desconocido para ti no quiere decir que te tiene que dar miedo, hay cosas que no sabes del mundo—dijo Pablo

Mi padre había dado en la herida “MIEDO” yo no tenia miedo, es Ubaldo el que tiene miedo y se que es tonto, pero esa palabra me dirigía directamente hacia el. Aquella tarde y ya a solas en mí habitación, tenía muchas cosas en mi cabeza que pensar: en Manuel, en Ubaldo y en el tren con camino al colegio, recién descubierta. Tenía razón mi padre, hay cosas que desconozco de este mundo, pero hay cosas que este mundo no conoce de mí, ¡María en que te has convertido! Mi mente lo repite cada instante, yo que era tan practica para todo, un día, sin darme cuenta, me había convertido mas compleja, como si de un acertijo se tratara mi vida.

Mi mente se llena de recuerdos, hay muchos recuerdos que tengo que acomodar, y me pregunto a mi misma ¿como llegue a querer y odiar tanto a Ubaldo? Y empiezo a trasegar entre mis recuerdos y de pronto me encuentro recordándolo todo.

Ubaldo había llegado sorpresivamente en mi cumpleaños numero 17 aun recuerdo como iba vestido, de pantalón de mezclilla, playera de color rojo y su suéter en las manos, había salido de clases de canto cuando escuche el grito de Manuel. Volteo sorpresivamente y veo a Estrella, Manuel y a Ubaldo, me acerco a ellos y me dan juntos mi regalo, los abrazo y Estrella me presenta a Ubaldo.

Ya conocía a Ubaldo pues habíamos estado juntos en el mismo grupo en segundo, pero nunca le hable me caía tan mal, que nunca dirigí con el la palabra hasta ese día. No se como empezamos a ser amigos, solo recuerdo que me pasaba largas horas platicando con el por teléfono, un día llegamos hasta las tres de la mañana, me agrada hablar con el y, juntos hicimos planes para cuando entráramos a tercer grado: ir a comprar libros, un beso frio, el me había explicado ese beso solo se necesitaba una paleta de hielo, dijo que si no me iba a molestar, por que el no quería que lo cacheteara por su atrevimiento, nos íbamos a escapar del colegio un buen día, muchos planes teníamos y poco tiempo que nos quedaba.

Pero esos planes nunca lograron concretarse, en realidad todos estos planes solo nos alejaban mas, estábamos en grupos distintos en tercero, casi no nos veíamos, pero intentábamos todo lo posible por estar juntos, nos veíamos todas las tardes al salir de la escuela, caminábamos por tantas calles que no sabíamos donde estábamos, me gustaba estar con el y el un día me había dicho que solo conmigo había hecho esto, me había dicho que empezaba a sentir algo, y un día menos esperado me dijo que me quería y yo le había regalado un dibujo que decía que lo quería con todo el alma.

Y todos los días Ubaldo que era tan serio me dejo conocer parte de el, solo yo tenia el gusta de conocerlo bien, apreciarlo en todo su aspecto, conocer su niño interior, el niño que en mis manos me dibujaban corazones chuecos, pero salidos de lo mas profundo de sus sentimientos, entonces creí en las hadas que solo aparecen en los cuentos.

Todo iba bien, pero las cosas se torcieron en la fiesta de Estrella, ese día creí que por fin me iba a pedir que fuera su novia, habíamos bailado tanto, estábamos juntos, platicábamos, y nos salimos un rato a fuera, sentí ganas de besarlo y el se acercaba hacia mi, pero Estrella había salido a buscarnos, interrumpiendo el beso, y la fiesta seguía y el de momento se volvió mas lejano conmigo, estábamos sentados juntos, pero era como si estuviéramos separados, los amigos se empezaron a ir y estando solo el y yo, vi la verdad.

Descubrí que lo que el menos quería era estar conmigo, que no podía ser su novia por que el no creía en las uniones de ese tipo, que el amor no existía para el y que si por el fuera se largaría muy lejos de aquí olvidando la escuela, los amigo y a mi, se iría sin remordimientos. Y fue lo que hizo nos alejamos cada vez mas y me quedo sin saber que había pasado en realidad. Para el nada de esto había pasado, nada, entonces el tenia “MIEDO”…

…domingo por fin, me he levantado tarde y he desayunado con mi familia, vi la película que pasan por las mañanas del domingo que no son famosas, pero que divertidas están. Me levanto de la sala y me dirijo a mi habitación y enciendo la ducha, me pongo a escoger la ropa que me pondré, es hora y me interno en el baño, lleno la tina y me sumerjo en ella, me paso una hora bañándome, después me afeito las piernas, me seco y me pongo mi ropa, ya vestida me siento en mi tocar y me pongo a cepillarme el cabello, me miro en el espejo y pienso como le podre decir a Manuel que no lo quiero sin herirlo, me maquillo.

No se por que me arreglo si no voy a salir a ningún lado, ¡ya lo se! Me arreglo para quedarme encerrada en casa.

¡Hay que lindo! No tengo otra opción a solo quedarme en casa y me recuerda a una canción de Mecano “Perdido en mi habitación” y corro a la oficina de mi padre, saco el disco en donde viene la canción, y la pongo en mi reproductor de discos y me pongo a cantarla como si estuviese en mi propio concierto.

Mis gritos se escuchan hasta la sala y sospecho que me están escuchando tachándome de a loca, pero ni modos es la forma en que saco mi aburrimiento y así no desesperarme y volverme una bruja molesta por que se siente atrapada en su propia cueva.

Me siento tan angustiada, desesperada, cada minuto que paso aquí me aburro mas, consumiéndome por completo, teniendo ganas de matar a quien sea. No me equivoque al querer a Ubaldo así, de esa manera. Me equivoque al creer que el era el indicado.

La soledad es muy mala consejera y en Ubaldo están las consecuencias.

Hay que encontrar la mejor manera de hacer otra cosa más que vivir. Hay veces que me olvido que lo más importante es vivir sin culpas, sin remordimientos, lo hecho, hecho esta y nadie lo cambiara.

Le había pedido a Catherine que me acompañara a comprar mi vestido para ir al baile, ella había aceptado, me gustaba estar con una mujer como Catherine, ella era sensual, seductora, se daba el lujo de tener a hombres jóvenes y guapos, ella era mi contacto con una parte del pasado que no sabia.

Catherine resultaba ser mi tía, hermana de mi madre, es por eso que mi mirar le era familiar, había perdido contacto conmigo cuando mi madre había muerto y hoy el destino nos volvía a juntar, cosa que una mañana el horóscopo había predicho para mi, un reencuentro con el ayer.

--Te quedara hermoso el vestido, eres tan bella que tendrás a cualquier chico—dijo Catherine
--¿lo crees?—dijo María
--claro María, cuando yo era pequeña, me pasaba hora casando mariposas, quedaba tan cansada que terminaba dormida en el pasto, cuando despertaba, tenia muchas mariposas y ¿sabes que aprendí?—dijo Catherine
--¿Qué?—dijo María
--deja de cazar mariposas, que ellas sean las que te cacen. Ubaldo no era para ti niña ya abra mas chicos para ti ahora renuévate sola—dijo Catherine

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