tercer capitulo
Por fin la hora que todos buscamos en esta escuela: la hora de salida. Inglés es la última hora, que idioma tan difícil, todo ha fallado de nuevo, lo fui a buscar y ahí estaba el, pero fue tan indiferente, ni siquiera me miro, era como si yo no existirá ¡Que tonta soy! No lo entiendo. Sali disparada del colegio sin ganas de hacer nada solo de desaparecer y camino por calles que nunca había conocido que casi no pasaba nadie, me encuentro un parque y decido sentarme en el pasto, saco de mi mochila una libreta, la que sea y, me pongo a escribir; palabras sin razón que forman oraciones, miro a todos los lados y veo a toda clase de personas y descubro que estoy llorando, necesito desahogarme de esto que me oprime el pecho, lloro por Ubaldo por lo idiota que es el y por lo idiota que soy.
La luz y el calor mueven aquella flor y parece como si estuviesen dándole un beso, no encuentro razón para seguir escribiendo y mucho menos para seguir riendo, que patética soy. Saco de mi mochila la manzana que me dio la esposa de mi padre antes de salir de casa, lloro y como las dos cosas hago bien y miro en el cielo que el sol no tarda en morir, miro el reloj y recuerdo el ayer que no he contado.
Mi madre murió cuando yo tenia cinco años, murió de leucemia posiblemente pueda yo heredar esa enfermedad, se que no resistió mas y que ella dio de si, no la recuerdo, solo la conozco por fotos que mi padre me ha regalado. Cuando cumplí trece años, mi padre decidió casarse con otra mujer de nombre Vanessa, con ella mi padre tuvo un hijo de nombre Andrés. Al menos la idea de una madrastra no fue agradable aunque Vanessa no resulto ser la malvada madrastra y yo la pobre cenicienta, me ha tratado bien , siempre a tratado de que no olvide a mi madre y hasta puso una foto de ella en la sala.
Y sigo sin poder dejar de llorar al recordar a mi madre y lo mucho que a veces la llego a necesitar, en mis lágrimas veo a una silueta acercarse a mi, era un viejo que vagaba por las calles sin saber a donde ir.
--¿Por qué lloras muñeca?—dijo el viejito
--por nada—dijo María
--muñeca solo recuerda “quien tropieza y no cae adelanta dos pasos” muñeca quizás el no sea para ti, solo necesitas tiempo para asimilarlo—dijo el viejito
--¿Cómo sabe que estoy sufriendo por alguien?—dijo María
--solo basta con mirarte muñeca yo también llore por alguien—dijo el viejito
--sus palabras me dan aliento—dijo María
--ya es muy tarde para que estés aquí por que no mejor te vas a casa te duchas y te vas a dormir así descansas pronto estarás mejor—dijo el viejito
--si verdad—dijo María
--¿quieres un helado muñeca?—dijo el
--gracias es muy amable de su parte—dijo María
Al momento en que tomo el helado y recojo mis cosas al voltear a ver aquel viejito descubro que sorpresivamente me encuentro sola y con un helado sabor chocolate. ¿Dónde estaba aquel viejito? Perpleja decido que es hora de regresar a casa.
La luz y el calor mueven aquella flor y parece como si estuviesen dándole un beso, no encuentro razón para seguir escribiendo y mucho menos para seguir riendo, que patética soy. Saco de mi mochila la manzana que me dio la esposa de mi padre antes de salir de casa, lloro y como las dos cosas hago bien y miro en el cielo que el sol no tarda en morir, miro el reloj y recuerdo el ayer que no he contado.
Mi madre murió cuando yo tenia cinco años, murió de leucemia posiblemente pueda yo heredar esa enfermedad, se que no resistió mas y que ella dio de si, no la recuerdo, solo la conozco por fotos que mi padre me ha regalado. Cuando cumplí trece años, mi padre decidió casarse con otra mujer de nombre Vanessa, con ella mi padre tuvo un hijo de nombre Andrés. Al menos la idea de una madrastra no fue agradable aunque Vanessa no resulto ser la malvada madrastra y yo la pobre cenicienta, me ha tratado bien , siempre a tratado de que no olvide a mi madre y hasta puso una foto de ella en la sala.
Y sigo sin poder dejar de llorar al recordar a mi madre y lo mucho que a veces la llego a necesitar, en mis lágrimas veo a una silueta acercarse a mi, era un viejo que vagaba por las calles sin saber a donde ir.
--¿Por qué lloras muñeca?—dijo el viejito
--por nada—dijo María
--muñeca solo recuerda “quien tropieza y no cae adelanta dos pasos” muñeca quizás el no sea para ti, solo necesitas tiempo para asimilarlo—dijo el viejito
--¿Cómo sabe que estoy sufriendo por alguien?—dijo María
--solo basta con mirarte muñeca yo también llore por alguien—dijo el viejito
--sus palabras me dan aliento—dijo María
--ya es muy tarde para que estés aquí por que no mejor te vas a casa te duchas y te vas a dormir así descansas pronto estarás mejor—dijo el viejito
--si verdad—dijo María
--¿quieres un helado muñeca?—dijo el
--gracias es muy amable de su parte—dijo María
Al momento en que tomo el helado y recojo mis cosas al voltear a ver aquel viejito descubro que sorpresivamente me encuentro sola y con un helado sabor chocolate. ¿Dónde estaba aquel viejito? Perpleja decido que es hora de regresar a casa.
ME encantas niño!
ResponderEliminarlo cambiaste verdad??
jojo
esto ya es de suspenso jaja
(Y) muy bien eh